Existe una conexión entre el estrés y la obesidad, ya que el estrés interfiere en nuestra capacidad de pensar y de actuar, además de alterar mecanismos fisiológicos y hormonales relacionados al hambre, el sistema de recompensa a nivel cerebral y el almacenamiento de grasa.
Bajo estrés, es probable que tomemos decisiones impulsivas, pero también es muy probable que intentemos buscar placer o satisfacción con cosas accesibles (no necesariamente saludables) para contrarrestar sus efectos negativos, por lo que es importante aprender a manejar el estrés con el que vivimos, ya que impacta negativamente en nuestra salud.
Incluso quienes vivimos con obesidad es posible que estemos en un estado de estrés continuo debido al estigma que recibimos, volviéndolo un círculo vicioso difícil de romper que involucra
estrés – obesidad – estigma.
Abordemos la enfermedad más allá de la alimentación y el ejercicio, existen muchos más factores que se relacionan y por lo tanto, que se deben incluir en el tratamiento integral de la obesidad.
Fuente: Tomiyama AJ. Stress and Obesity. Annu Rev Psychol. 2019 Jan 4;70:703-718.







